En una manzana del barrio Bosa centro, en el suroccidente de la ciudad, todo está tras rejas y paredes. Lo único que se cuela en este lugar -un monasterio de monjas de clausura- son la luz del Sol y el fresco aroma del pan recién horneado, el mismo olor que ha hecho famosa a la que se conoce como 'la bizcochería de las monjas'.
Según la historia, el lugar podría ser la pastelería más antigua de la localidad, con casi 90 años y aún conserva la sencillez con la que fue creada, cuando era el sitio de descanso de las largas caminatas de campesinos que llevaban sus productos a la plaza o iban a tomar el tren hacia Bogotá.
La pastelería, como el resto del monasterio de La Visitación de Santa María, corta el transcurrir agitado que se vive en la ciudad y a quien entra lo sume en un silencio profundo, tanto que los clientes, sin pedírselo, hacen su pedido en voz baja.